El Templo Votivo del Mar es una de las obras cumbres del arquitecto porriñés Antonio Palacios, y una de las mejores muestras de su “genio” que conservamos.
Antonio Palacios Ramilo (1874-1945) estudió arquitectura en Madrid, obteniendo el título en 1900. En la capital del estado transcurrió una parte importante de su vida y allí realizó gran parte de su obra. Conoció el éxito profesional muy joven ya que, en compañía de Joaquín Otamendi, ganó el concurso para la edificación del Palacio de Comunicaciones de Madrid (1904).
El éxito de esta obra les produjo importantes reconocimientos como, entre muchos otros, el nombramiento como miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desempeñó también importantes cargos oficiales, como el de arquitecto jefe del Ministerio de Fomento. Entre sus obras en Madrid debemos destacar, además de la mencionada, el Banco del Río de la Plata (1910) -actual Instituto Cervantes-, o el Hospital de Jornaleros de Maudes (1908).
De sus obras en Galicia tenemos que subrayar el Teatro García Barbón de Vigo (1926), el Monumento de la Virgen de la Roca de Baiona (1910), la Casa del Concello do Porriño (1918), el Templo de la Veracruz de O Carballiño (1943), que guarda grandes similitudes con nuestro Templo Votivo.
En el Templo Votivo se funden soluciones constructivas tradicionales con las esencias del románico, gótico y barroco, lo que dará como resultado una arquitectura de fuerte personalidad.
El que hoy contemplamos es solo una parte del que Palacios había pensado, ya que, además, planificó la construcción de escuelas, dependencias para la comunidad religiosa, una casa del marino y un hostal del mar. El proyecto se inicia en 1932, motivado por la pequeñez del antiguo templo parroquial, pero, una vez identificados sus restos prerrománicos, se desechó la idea de su remodelación y se optó por construir un edificio nuevo. El coste se sufragó por suscripción popular y el templo se consagró definitivamente cinco años después, en 1937.
Es de planta de cruz latina con una sola nave y el campanario arrimado a los pies de la iglesia. El ábside es poligonal y el crucero finaliza con un cimborrio coronado por una majestuosa cúpula de nervios de planta octogonal. La nave principal está recubierta con una bóveda, segmentada por arcos fajones apuntados, decorada con mosaicos.
Cabe destacar los mosaicos que decoran los tres tramos de la bóveda de la nave principal, la cúpula y el ábside. Fueron realizados por el constructor don José Mogines, a partir de los diseños de Palacios, empleando sobras de los azulejos. En la nave principal tenemos consecutivamente: la Anunciación, la Coronación y la Virgen del Carmen; en el centro de la cúpula el Espíritu Santo y, repartidos entre los nervios, ángeles sosteniendo el cielo y ángeles músicos; en las pendientes, los símbolos de los cuatro evangelistas. En las bóvedas de las naves laterales, escenas de la vida de San Telmo y de San Juan Bautista, patrón de la parroquia. En el ábside, una hermosa escena de la Trinidad con el Cristo en Majestad (Pantocrátor), santos de devoción y una curiosa representación de la arribada de la carabela Pinta a Baiona.