Construido en la primera mitad del s. XIII, combina arcos de medio punto, unos suavemente apuntados y otros ojivales. Tiene diez ojos, con doble sistema de tajamares para combatir la fuerza del río y de la marea. En el centro hay una cruz con la imagen de San Telmo, patrón de los navegantes, seguramente por tener Pedro González Telmo (1180/1190-1246), algo que ver en su construcción. Sobre mesa maciza de piedra hay un retablo con tres ánimas. Sobre él se celebraban ritos de fecundidad. La mujer que quedaba embarazada tenía que convencer al primer hombre que pasara por el puente después de las doce de la noche para que vertiera agua sobre su vientre y aceptara apadrinar al pequeño.
El puente de la Ramallosa es uno de los elementos arquitectónicos más conocidos del Val Miñor. Aunque comúnmente es conocido como “El Puente Romano”, tenemos que descartar que sus fundamentos sean esos, tanto por las propias características constructivas como por su emplazamiento en el tramo final del río. Se trata de un puente medieval y podemos establecer su construcción hacia la primera mitad del s. XIII, en el tránsito del llamado románico final o tardorrománico al gótico inicial o protogótico como se deduce de la combinación de arcos de medio punto, suavemente apuntados y típicamente ojivales.
Realizado con aparato regular, perpiaños de buen tamaño y originalmente asentados en seco, tiene diez ojos, con doble sistema de tajamares para combatir la fuerza del río y de la marea. El pavimento de su interior, por el contrario, es bastante irregular. Aunque son difíciles de precisar, el puente presenta modificaciones posteriores a su construcción original.
Este puente formaba parte de un camino medieval que erróneamente fue identificado con una vía romana conocida como Per Loca Maritima. El camino medieval comunicaba la capital de diócesis -Tui- con las poblaciones más costeras o con otros enclaves religiosos administrativos de importancia, como eran Baiona o el Monasterio de Oia. Una parte de su trayecto discurría paralelo a la costa entre A Guarda y Baiona. En tierras del Miñor dejó su huella en forma de diversos puentes, aunque de menor envergadura, como podemos comprobar en la vecina parroquia de Santa Cristina de la Ramallosa. En el centro del puente hay un crucero con la imagen de San Telmo, patrón de los navegantes, seguramente por tener Pedro González Telmo (1180/1190- 1246) algo que ver en su construcción.
El crucero se compone de un pedestal con molduras, sobre el que se asienta un retablo con tres ánimas en el infierno. Encima de este, sobre una base cuadrada, tenemos la figura de San Telmo, con hábito de dominico y un cirio azul que representa el fuego de San Telmo y sobre él el fuste de sección cuadrada y esquinas biseladas, sobre el que tenemos un capitel cuadrado. El crucero se finaliza con una cruz lisa de brazos de sección romboidal.
Es de destacar que en este puente se realizaban ritos de fecundidad, de los conocidos como «bautismo anticipado”. Esta tradición, vinculada a puentes de cierta antigüedad y con cruceros, consistía, aunque hay muchas variantes, en que cuando una mujer tenía problemas para quedar embarazada o con precedentes de abortos se presentaba en el puente poco antes de la medianoche acompañada de, cuando menos, dos personas que llevaban consigo comida y bebida, como si fueran a celebrar uno bautizo normal. La mujer esperaba, en el centro del puente, hasta que llegara la primera persona, y le pedía que le vertiese agua del río sobre el vientre; terminado el bautizo anticipado, se dejaba el paso libre y comenzaba la celebración de la fiesta. A su final regresaban al puente y tiraban al agua todo el sobrante a modo de pago a los poderes mágicos del río. Al nacer el pequeño se realizaba el bautismo en la iglesia, asistiendo como padrino o madrina la persona que había realizado el bautismo anticipado en el puente.